SANTOMERA, UNA LOCALIDAD SIN CRÍTICOS

the-walking-dead

El Ayuntamiento de Santomera los ha comprado, los ha barrido del panorama social, o en el mejor de los casos, les han dado dinero para que se callen, es decir, los han subvencionado para que no abran la boca, para que no den follón, para que dejen campar a sus anchas a esos mediocres a los que llamamos políticos. Los favores hay que cobrarlos y tienen un precio: el silencio.

Estamos hablando, si alguien no lo sabe, de la ausencia de “críticos”, el peor enemigo de las instituciones. Me niego a utilizar el término “intelectuales” por carecer de sentido operatorio, básicamente porque nadie sabe lo que significa este absurdo concepto hoy en día (tampoco se sabía en antaño).

Son tan grandes las miserias personales, es tan patente la vanidad de los que se creen “creadores”, “artistas”, “escritores” y demás plebe frumentaria, que basta que los políticos den un dulce a estos impostores  para que estén sedados, para que se olviden de aquello que predican pero que no practican ni en el mejor de los mundos posibles, mundos inexistentes ante la tozudez de la realidad.

La crítica es un sano ejercicio que permite, ante todo, “clasificar”, poner nombre a las cosas, color a un mundo en blanco y negro, matices a todo aquello que nos venden de manera grosera, estúpida y perniciosa. Una “sociedad” sin críticos es una sociedad dormida, atontada, agilipollada. Y así vivimos, en este sentido, actualmente en Santomera, dormidos, atontados y agilipollados.

El debate, una herramienta imprescindible en un contexto no enfermo, está prohibido, está mal visto. La discusión -el examen minucioso de las materias que nos acontecen-  no tiene cabida en un contexto donde se apremia y adora al tonto y al iluso, donde se entrona al imbécil. Todos tienen su opinión y todas son igual de respetables. ¡Menuda majadería!

Esta situación no es nada nueva en nuestra historia, pues nada nuevo podemos inventar. Nuestra historia es como una sinfonía, un conjunto de instrumentos musicales que unidos tocan una melodía, melodía que hoy chirría. Poco futuro, o mal futuro, tiene el municipio de Santomera donde hasta el más bobo (y boba) tiene su espacio, donde se adora al mediocre, donde la estupidez está socializada, donde las generaciones futuras pagaran el alto precio de recibir una triste herencia protagonizada por zombies, muertos vivientes que acabaran extinguiéndose por no tener cerebros a los que hincar el diente.

 

MANUEL GARCÍA SÁNCHEZ

 

 

Deja un comentario