UNA HISTÓRICA BODA CON SABOR A SANTOMERA

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Agradecimientos

Quisiera dar las gracias a todas las personas que han contribuido en el nacimiento de este nuevo capítulo  de nuestra historia. A Carlos Valderrama, por su constante fidelidad, él ha sido quien nos ha hecho llegar  las fotos que aquí compartimos. A Juan Francisco Nicolás, por dar la pista de quiénes podían ser los protagonistas de las imágenes y por el incondicional apoyo que siempre manifiesta. Y por supuesto, a mi querido amigo David Sánchez y a su familia, por haber colaborado desinteresadamente en este intento de no querer que se pierda el pasado de Santomera, nuestra viva  historia. Gracias por permitirme poner en valor la generosidad de las personas que configuraron lo que hoy somos. Este trabajo es más vuestro que mío.

Gracias a todos.

 

Introducción

El día 8 de abril de 1972 se celebró el enlace entre María Dolores Ruiz González y Diego Nicolás Martínez.  La vetusta Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Santomera fue el lugar para tal emotiva ceremonia.  El padrino de la boda fue el padre de la novia, Angel Ruiz Egea. La madrina, doña Adela Murcia Fernández, conocida en el pueblo de Santomera como ‘la señorita Adelita’.

 

¿Qué de especial tiene este enlace?

Este acontecimiento, al que tildamos de histórico, tiene de especial lo que de especial tiene la historia de Santomera, a saber, un relato que me merece ser ensalzado y pregonado por todas las connotaciones que atesora. No se trata de una boda cualquiera con unos novios y una  madrina cualquiera. Veamos, brevemente, el reverso de estos apellidos, es decir, quiénes han sido y son estas familias, de dónde vienen los protagonistas que aparecen en las fotografías de este sencillo y humilde trabajo que se publica con el más sincero de todos los respetos.

 

La novia, descendiente del tío Juancho ‘el campanillas’

Maria Dolores Ruiz González es hija de María (1925-2014), sobrina de Mariano (1915-1967), Conchita (1919-1996), Joaquín (1927) y Magdalena (1934). Su abuelo fue Joaquín González Cháscales (1890-1973), que casó con Magdalena Campillo Noguera (1893-1985). Estamos, como si fuera poca cosa en Santomera, ante la nieta de quien fuera mentor de José Bernal Cases (Pepe ‘el Farinas), cuadrillero y auroro, insigne trovero.

El abuelo de María Dolores fue uno de los personajes más singulares del pueblo de Santomera. Al tío Juancho se le conoció como ‘el campanillas’ o ‘el de la campanilla’ por ser quien custodiaba la campana de los auroros.  Fue distinguido como “Auroro de Honor” por el transcendental papel que tuvo en una de las tradiciones más simbólicas de nuestra idiosincrasia,  los cantos de la Aurora, cuyos salves, a la luz del farol y al compás de la campana, son “el alma de Murcia”, según Díaz Cassou, uno de los más ilustres estudiosos de las costumbres y tradiciones murcianas.

Los Auroros, bajo el Decreto n.º 97/2012, de 13 de julio, del Consejo de Gobierno de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, se declararon bien de interés cultural inmaterial, bajo el rótulo: ‘La Aurora Murciana. Los Auroros en la Región de Murcia’.

Al parecer, todos estos gigantes de nuestra historia plantaron bien su semilla y supieron regarla con esmero y dedicación. Sus frutos siguen brotando de tan buenas voluntades. Gracias al ímpetu y entusiasmo de la juventud santomerana,  encabezada por Juan Miguel Muñoz (actual presidente de la Campana de Auroros y Cuadrilla Nuestra Señora del Rosario de Santomera), se recuperó hace muy pocos años, después de un letargo de décadas,  esta tradición cultural. Tradición que a todas luces dibuja el esqueleto de lo que Santomera fue, de lo que una parte esencial de Santomera quiere ser, y, que sin más remedio,  este pueblo deberá contar con ella si no quiere perder en el futuro una parte de lo que fuimos.  En este sentido, hacer la despierta del Rosario de la Aurora, entre otros ceremoniales, pasear por la huerta antes de que los primeros rayos de luz saluden a nuestra querida Santomera, no es más que reafirmarnos como santomeranos, recodar a todos aquellos que en su día fueron aliento e inspiración para todos los que has sabido coger su testigo, un legado que sería una tragedia que no recibieran las generaciones futuras. ¡No las dejemos huérfanas!

 

¿Quién fue la ‘señorita Adelita’?

Aparece en estas imágenes ‘la señorita Adelita’ como madrina de la boda. ¿Quién fue? Doña Adela Murcia Fernández fue hermana de doña María; hija de don Juan Murcia de Villalonga y doña Maria Dolores Fernández Llimós; nieta de Juan Murcia Rebagliato (Padre de las Rosas Verdes y de La Cama) y doña Felisa Villalonga García de Paadín; bisnieta de don Antonio Murcia García y doña Teresa Rebagliato Sorzano; tataranieta del primer Murcia que llegó a Santomera, don Juan Murcia Martínez. Para que los vecinos de Santomera puedan reconocerla con más facilidad, doña Adela es tía materna de los hermanos Hernández-Ros Murcia: don Antonio, don Claudio y doña Ana María. Fue ella quien llenó de vida la última etapa de la Quinta de don Juan, nombre que ella mismo eligió.  Es ella la tía abuela y madrina del actual propietario de la finca: Carlos Valderrama Hernández-Ros.

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Su labor social y religiosa, así como caritativa, está en la memoria de muchos santomeranos, y trasmitirla daría para un libro entero lleno de fechas y detalles, nombres propios y lugares comunes. Podemos decir, de manera muy resumida,  que ‘la señorita Adelita’ ha dejado una huella imborrable en nuestra historia. La fiestas en su jardín –como las verbenas en su patio-, las clases de catequesis –en torno a los años 50-, el reparto de donativos a los más pobres, la consecución de la imagen del niño Jesús de la Virgen del Rosario y los arreglos de la talla para que estuviera perfecta el día de su coronación canónica el  7 de octubre de 1965 –fue Calixto Carrasco Rioja quien apeló a su generosidad-,así como una larga lista de favores que hizo a los vecinos que tocaban a su puerta cuando ella regresaba de Madrid.

Larga lista es la de la generosidad, la solidaridad y la caridad de la familia Murcia en todas y cada unas de sus generaciones en nuestro pueblo. Una actitud hacia Santomera que nunca debería estar exenta de agradecimiento y elogio.

 

Dos familias estrechamente ligadas

En antiguas y constantes conversaciones con Ramón González, primo de la novia de estas fotografías, hijo de Mariano (uno de los cinco hijos de la matrimonio González-Campillo), ya nos confesaba que fue su abuelo quien plantó el Jardín de la Quinta de don Juan. Prácticamente toda la  familia de ‘el tío campanillas’ ha estado ligado a la familia Murcia en este histórico enclave. Joaquín, tío de la novia de las fotografías que aún vive, abuelo de David Sánchez, fue el último de sus administradores. Cuando se le entrevistó hace dos años, ya declaró que aunque <<de eso hace ya muchos años>>, dirigiéndose a mi afirmó: <<tu abuelo (Manolo del Jardín) estaba con una de las hermanas (doña María –en la Casa del Huerto o del Jardín-) y yo con la otra (doña Adela)>>. Al preguntarle a Joaquín por el compromiso de ‘la señorita Adelita’ con  Santomera, inmediatamente aseguró que <<hizo mucho por este pueblo, repartió mucho dinero a los pobres, a veces era yo quien iba a sus casas a dárselo en su nombre>>.

 

Conversamos con la novia

Hemos podido tener el lujo y la satisfacción de ponernos en contacto con uno de los protagonistas de las fotos, la novia, la protagonista por excelencia, pues, ¿quién es verdaderamente el centro de atención  de una boda? Sin embargo, su humildad y llaneza nos confirma la grandeza de  la historia que intentamos contar con el mismo cariño con la que nos la han contado a nosotros. <<Si publicas las fotos –dentro de todo el material que le hemos enseñado-, elige aquellas en las que salga Adela, es ella la que era importante>>, nos ha solicitado con toda la sencillez del mundo.

<<Le teníamos mucho cariño. Era una persona peculiar. Muy generosa. Si iba el cura o las monjas, ella siempre les ayudaba>>, nos ha relatado. <<Preparábamos sobres con 500 pesetas de aquella época para cada uno de los pobres. En ocasiones, se ponía en una mesa en su jardín y a todos los recibía. Muchas veces, los más necesitados del pueblo llegaron a ocupar todo el callejón que daba a la entrada a su casa (Calle Juan Murcia). Y si no venían, nos montábamos en el coche con su chófer y nos acercábamos a los cuarticos de la carretera de Abanilla a entregarles el dinero allí>>.

Respecto a la relación de doña Adela con la familia de María Dolores Ruiz González, nos confiesa esta que <<fue madrina de todos los hijos>> de  sus abuelos, es más, <<pagó los estudios a todos los ahijados>>, y los llevaba <<a la casa de Torrevieja que llamaba ella ‘Casa de mi tío Antonio’, así como al centro de Murcia a visitar a doña Ana Codorniú>>.

Agradecidos, nos despedimos de María Dolores, que nos desvela también que a  ella le pusieron su nombre por ser el nombre de la madre de doña Adela.  Y nos vuelve a advertir:  <<para tu trabajo, elige las fotos donde aparezca ella>>.

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Colorario

Con esto, un trozito más de nuestra historia, la singular historia de Santomera y su  noble patrimonio, una pieza más del puzle donde hay tanta generosidad por parte de unos como agradecimiento por parte de otros. Un relato que si no fuera el nuestro sería envidiable, pero como sí lo es, solo cabe el sano orgullo de pregonar a los cuatro vientos el honor de llevar el sello de ser santomeranos.

Bien podríamos inclinarnos y postrarnos ante nuestra querida Santomera y brindarle, perfectamente, aquellas palabras  que en la literatura clásica  el enamorado le dijo a su amada:

“Hay para mí más peligro en tus ojos que en afrontar veinte espadas desnudas. Concédeme tan sólo una dulce mirada, y eso me basta para desafiar el furor de todos”

 

 

MANUEL GARCÍA SÁNCHEZ

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