Es un honor compartir uno de los retratos más simbólicos de don Juan Murcia y Rebagliato (1852-1891), Padre de ‘Las Rosas Verdes de Santomera’ y de ‘La Cama’.
Don Juan casó con doña Felisa Villalonga García de Paadín un 5 de noviembre de 1878 en Madrid. De este matrimonio nació Adela, Antonio, Juan, Ramón y Teresa. Antonio, el segundo de los hijos, murió con tan solo dos meses y medio de edad el mismo mes y año, enero de 1882, que su abuela, la madre de don Juan: doña Teresa Rebagliato Sorzano.
En el reverso de este retrato apreciamos que fue realizado por los estudios ‘Fotografía Parisiense’ de los hermanos Debas. Dicho estudio se encontraba en el cuarto piso del número 22 de la calle del Príncipe de Madrid, antiguo centro de trabajo de los portoriqueños Gautier (padre e hijo).
Estamos ante un retrato realizado por dos de los fotógrafos que más sobresalieron en el último tercio del siglo XIX, Juan Bautista y Pedro Edgardo Debas y Dujant. Su técnica fue tan extraordinaria que uno de los hermanos, el segundo mencionado, consiguió la Primera Medalla de Oro en la Exposición Internacional de Fotografía de Oporto en 1886, la Medalla de Oro de Primera Clase de la Exposición Internacional de Fotografía de Barcelona en 1880 y la Medalla de Plata de la Exposición Universal de París de 1889.
Estos fotógrafos retrataban, entre otros motivos, a personajes destacados de la corte y de la alta burguesía, así como a contemporáneos relevantes. Sus trabajos no estuvieron exentos de alabanzas por la prensa de la época. No es de extrañar que don Juan fuera uno de los protagonistas de sus obras, pues no olvidemos que cuando hablamos de los orígenes de las Rosas Verdes y de ‘La Cama’, estamos hablando de alguien extraordinariamente especial. Don Juan fue abogado del Ilustre Colegio de Madrid, licenciado por la Universidad Central el 16 de diciembre en Derecho canónico y Derecho civil, se incorporó al oficio el 18 de enero de 1875. Caballero Hijo-dalgo de la villa de Madrid y Comendador de número de la Real y distinguida Orden Americana de Isabel la Católica, también posee la Cruz de Caballero de la Real Pontificia y Militar Orden del Santo Sepulcro que le otorgó el Sr. Patriarca Latino de Jerusalén, insignia que pudo empezar a utilizar con el permiso otorgado, en nombre de S.M el Rey, del Ministro de Estado un 4 de junio de 1884.
No estamos ante un retrato cualquiera de una persona cualquiera. Recodemos que nos encontramos ante el pro hombre que llevó a Santomera a lo más alto del panorama nacional de la jardinería y la horticultura, pues sus 214 variedades de rosas cultivadas en el Jardín de Santomera fueron premiadas en la Exposición Nacional de Plantas, Flores y Aves de 1880 en Madrid con Diplomas de Honor de 1ª Clase, así como los jardineros santomeranos distinguidos con no menos méritos; sus hortalizas recibieron los diplomas de 1ª Clase en la Exposición de la Sociedad Central de Horticultura de 1882 en Madrid, y sus 27 variedades de cítricos recibieron las Medallas de Oro Nacionales en 1881 y 1883, presentados con el nombre de su primera hija.
Este que veis, por tanto, no solo es el retrato de un hombre, es el retrato de la historia de Santomera, una eterna imagen que nos configura a todos, un trascendental perfil cuya mirada llega a los días de nuestro presente más inmediato, pues sus Rosas Verdes, el vegetal con mayor valor patrimonial de Santomera, siguen floreciendo año tras año; su Santo Sepulcro, icono de nuestra Semana Santa, sigue estando en manos de fieles devotos que lo cuidan y protegen; y algunos de los cítricos más legendarios de España, aquellos que recibieron las más altas distinciones y alabanzas, siguen conservándose con no menos celo.
Es nuestro pasado y presente, en sí mismos, “un tesoro a la espera de ser descubierto”, pues seguimos teniendo, como antaño, «las condiciones ventajosas de la localidad». Solo debemos ser leales a la verdad y abanderarnos con el único orgullo posible: el amor y el respeto a nuestras propias raíces.
MANUEL GARCÍA SÁNCHEZ
MANUEL GARCÍA SÁNCHEZ 