En la imagen, la hija de don Juan Murcia y Rebagliato (Padre de ‘LAS ROSAS VERDES’ y de ‘LA CAMA’) y doña Felisa de Villalonga García de Paadín. Sus abuelos paternos fueron don Antonio Murcia y García y doña Teresa Rebagliato y Sorzano. Sus abuelos maternos, don Ramón María de Villalonga y Franco y doña Adelaida García de Paadín Cano.
Hermana de don Juan, don Ramón y doña Adela, fue su hermano mayor, a petición de su esposa doña María Dolores Fernández Llimós, quien construyó el edificio de estilo ecléctico. A partir de finales de la primera mitad del siglo XX, comenzó a llamarse, popularmente, ‘casa de la señorita Adelita’, haciendo alusión a la persona que desarrollaba allí distintas actividades socioculturales y caritativas, su sobrina doña Adela Murcia Fernández (la idea, en origen, de llamarlo ‘Quinta de don Juan’ fue de ella, un guiño literario que quiso tener con la Quinta de don Juan Tenorio –un lugar donde declarar el amor-). Unos azulejos rotularon la casa con dicho nombre en la entrada norte de la finca. Su otra sobrina y hermana de doña Adela, doña María, se enamoró en esta casa de don Antonio Hernández-Ros Codorniú, unión esta última que dio como fruto a los hermanos don Antonio, don Claudio y doña Ana María.
¡Ahí es nada la historia de nuestra querida Santomera! Un Caballero de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusálen que sucede a otro; un trono que con su tintineo y el perfume de sus flores embriaga a cualquier mortal haciendo más misterioso su interior; una España que en certámenes nacionales de botánica solo tiene palabras de elogio y reconocimiento ante las rosas y los cítricos que nacen en esta tierra; una familia, la familia Murcia, que nos ha legado algunas de nuestras ‘señas de identidad’, un espejo en el que mirarnos.
La verdad que no es poca la responsabilidad de asumir esta honorable tradición, pero tampoco es menor el orgullo de implicarnos, hasta donde haga falta, con cada una de nuestras raíces. Intentar, como ellos hicieron, que la historia continúe y sacar pecho en nuestro presente allá donde el nombre de nuestro pueblo aparezca, defender nuestra tierra como si fuera nuestra propia madre, ¿acaso no lo es?
MANUEL GARCÍA SÁNCHEZ