JUANITO ‘DE LA CAMA’

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Juanito y don Claudio con ‘la Cama’

Introducción

Me complace profundamente escribir este nuevo capítulo sobre la historia de las rosas verdes de Santomera, presentar con orgullo y estima a uno de sus protagonistas, que lejos de distinguirlo como secundario o terciario, bien podríamos situarlo como primario. Juan Francisco Nicolás Martínez, presidente de la Cofradía del Santo Sepulcro de Santomera, vecino del Jardín de toda la vida. A él, con todos mis respetos,  va dedicada esta nueva entrega.

 

Antecedentes

Si tengo que recordar mis años de infancia y adolescencia en el Jardín, él figura entre las reminiscencias más profundas de aquella época. Lo recuerdo, siempre, entrando a la casa de Manolo del Jardín como si fuera la suya propia. Un saludo radicalmente respetuoso hacia el patriarca de la familia, que nunca preguntaba qué es lo que deseaba cuando llamaba al timbre, simplemente le abría la puerta y lo hacía pasar a los interiores de la vivienda. Y siempre el mismo ritual: en busca de Claudia, la morena, la señora del Jardín. A ella siempre le dedicaba unas sencillas palabras y la compañía con la que los dos disfrutaban recíprocamente.

Acordarme de Juanito también es acordarme de toda su familia, pero sobre todo de su madre, Rosario. ¡Cuán cariñosa! ¡Cuán bondadosa! ¡Cuán infinitamente amable con mi familia! Siempre creí que algún lazo sanguíneo debía compartir con mis abuelos esta mujer de bandera, pues nunca vi tantas muestras de cariño y complicidad hacia ellos  como los que manifestaba, pero también  siempre extensible al resto de la familia. De existir eso que los cristianos llaman ‘el cielo’, a buen seguro comparte parcela con ellos.

 

Juanito, vecino de Santomera de pura cepa

Juanito es un hombre tradicional, o mejor dicho, inmerso en todas las tradiciones que tienen que ver con el pueblo de Santomera. Ningún ritual festivo le es ajeno a su persona, ninguna raíz de Santomera le resulta indiferente. Allí donde hay una seña de identidad del pueblo está él. Ya puede ser la parroquia, ya pueden ser las recientes tradiciones recuperadas por los entusiastas jóvenes de la localidad. O las despedidas de quienes fallecen, en eso me recuerda mucho a Manolo del Jardín.

Y cómo no, capitanea ‘la Cama’. Sepa el pueblo de Santomera que si este emblemático trono sigue entre nosotros, además de la imprescindible  generosidad de la familia Murcia, fue porque él y Ricardo  se encargaron de sentar las bases para que este pueblo pudiera seguir disfrutando del perfume con el que los alhelíes dobles blancos de ‘la Cama’ perfuman las calles de Santomera todos los viernes de pasión,  esa talla cuya belleza artística solo es superada por la historia que la envuelve. A ella se agarraron con el hundimiento del Jardín, a ella siguen agarrados como náufragos que se resisten a abandonar esos pedazos que forman parte de la idiosincrasia de nuestro pasado, aquello que ha hecho que seamos lo que somos en la actualidad.

 

Pasear con Juanito por las calles de Santomera

Pasear con Juanito por Santomera es todo un espectáculo. No son muchas las veces que he tenido la oportunidad, pero las que lo he hecho parece como si fuera acompañado por el  alcalde del pueblo. Siempre saludando a todo el mundo, siempre todo el mundo saludándolo a él. No falta quienes se apresuran a darles las gracias por una cosa o por la otra, por algún favor recibido en el pasado. Santomera, sin duda alguna, no se entendería sin él, ni él, por supuesto, entendería su vida sin Santomera.

 

Juanito y las rosas verdes del Jardín

<<Anoche iba Juanito por las calles repartiendo tus escritos>>, me han dicho en más de una ocasión. <<¿Fotocopiamos esto y lo damos a conocer? ¿Cuántas fotocopias quieres que reparta?>>, me ha dicho siempre que hemos tenido que saltar al ruedo para defender el vegetal con mayor valor patrimonial de Santomera. Su presencia en esta historia no solo ha sido pretérita (él conoce las rosas verdes del Jardín de antaño), sino también combativa. Nunca ha dudado en ponerse delante de los micrófonos de Radiosureste Cope y decir cosas como: <<esta guerra no la hemos empezado pero Santomera tiene que saber la verdad>> (si me falla la memoria en algún término que me corrija). Su defensa de las rosas verdes ha sido la defensa de sus protagonistas.

Recuerdo  la primera vez que hablé por teléfono con Claudio Hernández-Ros Kirkpatrick, uno de los hijos de don Claudio, después de tantos años sin saber nada de él. Juanito estaba delante. Fue en los bancos de mármol de la Casa de don Claudio, cuando estos aún no estaban destrozados. Discreto, me dijo: <<dale saludos de mi parte>>, y me dejó tener esa conversación a solas.

También recuerdo que fue una de las primeras personas a las que le dije: <<parece mentira que me haya dado cuenta ahora de las rosas verdes que me dejó mi padre>>, <<voy a investigar un poco sobre ellas porque estoy convencido que detrás se esconde una gran historia>>. Jamás olvidaré lo que respondió: <<ánimo, que sepas que entre esa planta y tú hay una relación muy especial>>. Desde entonces, su casa se ha convertido para mí en un confesionario, en un lugar donde desvelarle mis planes, un retiro donde desahogarme y contarle mis más íntimos pesares, mis continuas indignaciones ante ciertos asuntos. Pero también mis alegrías por los logros conseguidos entre todos.

 

Por todo esto y mucho más, Juanito forma parte de la historia de las rosas verdes de Santomera. Un honor para mi contar con su presencia y apoyo. Un privilegio que desde aquí le agradezco, haciendo público mi más sincero respeto a su persona.

Espero que la vida le siga dando mucha salud, pues, sin duda alguna, Santomera seguirá beneficiándose de la encomiable labor que realiza en este y en otros tantos terrenos.

 

¡Gracias Juanito!

 

MANUEL GARCÍA SÁNCHEZ

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