DON CLAUDIO, UNA PERSONA EXCEPCIONAL, UN AMANTE DE SANTOMERA

don claudio foto

Estimados vecinos de Santomera, la HISTORIA SOBRE LAS ROSAS VERDES sigue un feliz viaje donde en cada esquina salta un documento, una imagen, o en cualquier caso, un sello de lo que fuimos en antaño y somos ahora.

Las rosas verdes han estado siempre rodeadas de personas verdaderamente singulares. Me atrevería a afirmar que no hay historia en Santomera más apasionante que ésta (sin por supuesto ningunear a otras personas o etapas de nuestro pasado, pues lo bueno que tenemos en Santomera es eso, la riqueza humana, toda una mina de oro, créanme). Los motivos que abalan esta tesis son evidentes: estas rosas han sido testigo de la historia de todo un pueblo, el rosal original llegó a ser centenario y, cómo no, los protagonistas de esta historia son arquetipos, modelos a seguir, y las rosas… bueno… “este monstruo con los ojos verdes” (así la llamaron los expertos la primera vez que la conocieron) es un regalo de la naturaleza, un precioso monstruo nacido de un mutación: no tiene pétalos, es estéril, su color verde cambia de tonalidad a lo largo del año y su olor a pimienta nos invita a pensar que estas rosas merecen toda nuestra atención así como todos los esfuerzos que exigen.

Os presenté a Don Manuel García Peña en un capítulo anterior, ahora toca hablar de su jefe, Don Claudio Hernández-Ros Murcia. Hablemos de él en este nuevo capítulo de nuestra propia historia, ya que este señor fue un eslabón verdaderamente importante e imprescindible en la historia de este municipio.

Don Claudio procede de una familia verdaderamente trascendente, LOS MURCIA. Sin duda alguna, se podría escribir un libro sobre esta singular dinastía. Sin embargo, aún no es la ocasión, comencemos más bien a saber quién fue el protagonista de este texto.

(Nota: voy a evitar la erudición así como el excesivo uso de datos concretos, más que nada para no aburrir)

Su padre fue uno de los cirujanos más prestigiosos que ha tenido Murcia, toda una institución en el mundo científico y académico. Su madre fue descendiente de la estirpe de Los Murcia, bendita unión porque dio como fruto a uno de los mayores regalos que Santomera ha podido recibir en toda su historia, a saber, nuestro querido y entrañable Don Claudio, toda una bendición para este municipio.

Don Claudio era, como su padre, un prestigioso médico de proyección internacional, fue un icono en el campo de la medicina y en el de la investigación científica. Sin embargo, por cuestiones familiares, tuvo que encargarse de algunos asuntos, y esos asuntos fueron los que le llevaron a nuestro pueblo. Fue el designado para gestionar y administrar una serie de fincas y propiedades, muchas de ellas en Santomera. La FINCA DEL HUERTO fue su destino más feliz, y por suerte todos los habitantes de Santomera lo tuvimos entre nosotros.

La finca y su guardián ya fueron presentados en otro capítulo, en éste voy a centrarme exclusivamente, y de manera muy breve, en la persona de Don Claudio. Andaba por la calle erguido y pipa en mano, paso elegante con mirada penetrarte y afable. Desde lejos se sabía que el caballero que iba caminando era Don Claudio. Un tono de voz propio de una persona muy curtida y trabajada, con mucha experiencia y muchos valores. Él mismo se definió como un HUMANISTA, y creo que su sabiduría nunca dejó de brillar, pues es un calificativo que le define perfectamente: hombre versátil, polifacético, amante de las personas y de la naturaleza y entregado a ellos, estudioso del pasado y de nuestros orígenes. Nos encontramos ante un hombre del renacimiento en pleno siglo XX y XXI.

Don Claudio revivió el siglo XIX de Santomera, lo documentó e invirtió un capital para recuperar y restablecer nuestro pasado. Todo con mucha dedicación y esmero, pero ante todo: respeto. Según él, nada hubiera sido posible sin su capataz. Empresario y capaz que llegaron más allá de la relación empresarial, convirtiéndose en uña y carne, forjando una amistad digna de toda alabanza, pues esta amistad fue entre hombres buenos, “la verdadera amistad”, según Aristóteles.

En una ocasión le preguntaron a Don Claudio en una entrevista: “Díganos lo que ve mal de Santomera, algo que no le guste”. No vaciló en dar respuesta. ¿Saben lo que contestó? “Lo peor de Santomera es, sin duda alguna, cuando tengo que regresar a Madrid”. Un auténtico amante de este pueblo y de su pasado, una institución humana al que debemos rendirle nuestro respeto y nuestra más sincera admiración por haber recuperado nuestro pasado así como haber potenciado nuestro futuro: este señor dio trabajo a muchos vecinos de este municipio y los aconsejaba sobre problemas de salud en unas consultas que fueron todo un hito en este municipio. ¡Hasta las tres de la mañana ha estado en ocasiones recibiendo a personas de una manera totalmente desinteresada! Él mismo dejó en un documento histórico su voluntad: “mi familia y yo lo que queremos es ayudar”.

Este señor ya no se encuentra entre nosotros, al menos físicamente, pero es evidente que personas así nunca mueren, ya que dejan una huella imborrable allí donde han pisado. La última noticia que tuve de él fue de uno de sus últimos viajes a Santomera. Fue en busca de mi familia para entregarles el vídeo que el mismo grabó en la primera comunión del que aquí escribe. Todo un gesto, un detalle, una muestra más de amor por este pueblo que siempre estuvo en su corazón, que siempre llevó a todas partes.

Ahora, y como la vida da muchas vueltas,  podré visitar a sus hijos en Madrid. Son conscientes de la HISTORIA DE LAS ROSAS VERDES y ellos, al igual que su padre, quieren ayudar. Todo un gesto que les honra, al igual que es todo un orgullo para todos los habitantes de Santomera el haber tenido entre nosotros a una persona tan especial como el protagonista de este texto, un ejemplo de AMOR A SANTOMERA, todo un orgullo para este pueblo y sus vecinos.

 

A Don Claudio y a su familia,

por todo lo que han hecho por Santomera,

porque somos lo que somos, en parte, gracias a ellos

 

MANUEL GARCÍA SÁNCHEZ

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