LA HISTORIA DE LAS ROSAS VERDES DE SANTOMERA: LA INUNDACIÓN DEL AÑO 1906

1906 santomera

 

Entre el 25 y 26 de septiembre de 1906, Santomera vivió uno de los episodios más trágicos de toda su historia. La crecida y posterior riada de la rambla salada arrasó gran parte de la localidad. El coronel Enrique Fernández Blanco, enviado por el rey Alfonso XIII, hizo acto de presencia en Santomera para  entregar  donativos a los vecinos de Santomera. 31 santomeranos fallecieron, unas 400 casas quedaron derruidas, a lo que se sumó la pérdida de cosechas y animales. Terrible.

El auxilio a los vecinos, entre otros, lo protagonizaron don Santiago y don Antonio Murcia. En la imagen, los hijos de don Andrés Murcia y Rebagliato y doña Concepción Rebagliato y Mejías, sobrinos de don Juan. La instantánea recoge el momento en el se hacen a cargo de un niño huérfano de la catástrofe.   A sus espaldas, el Jardín donde se encontraban las rosas verdes, plantadas por su tío, las cuales consiguieron sobrevivir a la riada junto a los pies del primer ficus llegado a Murcia.

En este mismo lugar, en la plaza de la Principal, la familia Murcia repartió donativos a todos los damnificados. Desde Alicante llegaron miembros de la familia a prestar ayuda a los vecinos de Santomera. Y no escatimaron en gastos a la hora de hospedar, dar ropa y alimentos, a todos aquellos que lo necesitaron. La familia Murcia no vio esta terrible tragedia desde el piso superior de la Casa del Jardín. La familia Murcia se volcó con el pueblo de Santomera presentándoles toda la ayuda que estaba en sus manos.

Como bien nos indica el periódico El demócrata, el jueves 27 de septiembre de 1906, “viendo la inmensa necesidad de los damnificados, las señoras más principales de aquellos contornos, han formado una junta de socorro”. La junta estuvo encabezada por doña Concepción Rebagliato, viuda de Murcia. “Los servicios que presta esta junta son grandísimos, siendo muy aplaudidos por todos”, prosigue el diario de la tarde.

Dicen que en los malos momentos es donde se aprecia la valía de las personas. En este artículo, podría haber compartido algunas de las terribles imágenes de aquel trágico suceso. Sin embargo, he preferido que estas palabras sean encabezadas por algunas de las personas que auxiliaron al pueblo de Santomera. Personas que heredaron de sus progenitores los valores de la generosidad, la caridad y la solidaridad. Personas que  transmitieron a sus descendientes los mismos valores heredaros.

A ellos, a la familia Murcia, un ‘nuevo aplauso’ por todo el bien que han hecho a nuestro pueblo, estas breves palabras por su fiel entrega en nuestros peores momentos.

 

 

MANUEL GARCÍA SÁNCHEZ

 

 

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