La historia de las rosas verdes coge impulso y en un periodo de tiempo no muy lejano podrán llamar a la puerta de las instituciones y, créanme, se van a dejar los sépalos para ser reconocidas oficialmente. Perdonen si suena a arrogancia, pero si siguen esta historia sabrán que es bien distinto, es orgullo por esta tierra, su historia y sus vecinos. Mientras no suceda esto, mientras las rosas verdes no se vistan de gala como ellas merecen, seguimos escribiendo esta singular historia y presentando a sus protagonistas, pues no hay viaje sin viajeros, amigos, y esta historia tiene verdaderos capitanes.
Hoy toca presentar a otro eslabón de esta cadena. Nos encontramos ante, como lo conocieron sus vecinos, “Manolo, el del Banco Exterior”, o “El hijo del Manolo del Jardín”. Este caso es diferente a los dos anteriores, al de su padre y al del jefe de su padre. Nos encontramos ante un caso de discreción, tenemos ante nosotros a una persona que pasó su vida sin hacer mucho ruido, intentando, a lo sumo, seguir el camino que su padre le marcó. Supongo que debe ser muy difícil vivir bajo la grandeza de una persona de la talla como la del Manolo del Jardín, ¿quién va a llegar a ni siquiera alcanzar la mitad de lo que hizo nuestro Hijo Adoptivo? Imposible.
Por ello, y como los valores se transmiten sobre todo en el seno familiar, el protagonista de este texto fue bastante humilde y no pudo hacer otra cosa que intentar respetar la obra de su padre y seguirlo en la medida de sus posibilidades y circunstancias. No participó en política y tampoco tuvo, aparentemente, un papel relevante en el pueblo de Santomera. Por ello, todo el mundo lo conoce por ser hijo de quien fue, sin embargo, estarán conmigo en que esto no deja de ser todo un orgullo para él y para todos.
Ya saben que esta historia está llena de sorpresas, las ROSAS VERDES, en sí mismas, son ya un TESORO QUE HA SIDO DESCUBIERTO. Posiblemente, éste sea uno de los últimos textos que publique hasta que no vuelva de Madrid en mi visita a la familia de Don Claudio, pero antes deben saber algo. Reconozco que tengo enormes dificultades personales a la hora de contarles lo que viene a continuación, pero he llegado a la conclusión que la verdad tiene que estar por encima de todas las cosas, incluso por encima de la amistad, otra cosa que también nos enseñó Aristóteles.
Manolo, vamos a tratarlo también como a su padre, en la soledad, desde la sombra y con toda la humildad que recibió por herencia, hizo algo que ha hecho posible toda esta historia, el descubrimiento de las rosas y el futuro de nuestro pueblo. Este vecino es otro de los responsables de que las rosas sigan vivas, es el eslabón que permitió que no murieran en el Jardín, es el máximo responsable, y atiendan bien, de que EL JARDÍN AÚN NO HAYA DESPARECIDO. Lo rescató, parece que predijo lo que se avecinaba y con el mismo amor y respeto a esta tierra que su padre le enseñó consiguió que, a día de hoy, Santomera esté de enhorabuena porque la FINCA DEL HUERTO tiene una pequeñita finca realizada a imagen y semejanza de ésta, no es una copia exacta, pero en ella contiene todas las señas de identidad de Santomera.
Ésta es la gran aportación de Manolo a este municipio: reproducir el mayor tesoro natural que Santomera ha tenido en su maravillosa historia. Vecinos, abrácense y felicítense, seguimos teniendo la grandeza que en antaño nos hizo verdaderamente grandes, y gracias a este señor la aventura continúa y vamos a llamar donde haya que llamar, no lo duden, estas ROSAS y SANTOMERA merecen coronarse, y créanme, SANTOMERA va a mostrarle al mundo la grandeza que tiene, la singularidad que posee.
A mi padre,
por darme la oportunidad de escribir esta historia,
por darle a Santomera la oportunidad de hacerse respetar
MANUEL GARCÍA SÁNCHEZ
MANUEL GARCÍA SÁNCHEZ 